Las nuevas normativas de la UE exigen, cada vez más, neumáticos que reduzcan el rozamiento y el ruido de rodadura. Se busca, por tanto, neumáticos ecológicos, pero ¿también son seguros? Desgradaciadamente la respuestas es que, a veces, no…
Aunque por fuera todos son negros y redondos, cada fabricante de neumáticos tiene su propia receta para la composición de sus gomas. La combinación específica de caucho, hollín, aceite, azufre, sílice y numerosos añadidos químicos es un secreto de cada marca.
Según las dosis aplicadas varían propiedades como la adherencia en mojado, la resistencia a la abrasión o el rozamiento. Lo que pasa es que cuando favorecen la resistencia a la fricción, se perjudica la adherencia. Y cuando agarra más, el consuno aumenta. Una cifra interesante: un rozamiento 25 por ciento menor ahorra, tras 25.000 km, 88 litros (para un coche con un consumo medio de 7,0 l/100 km).
Es el clásico conflicto con el que deben lidiar los fabricantes, especialmente con sus modelos ecológicos, que están destinados a ahorrar combustible. Pero de lo que no cabe duda es que estos neumáticos verdes son el futuro y por eso todas las marcas se esfuerzan en cumplir con los requisitos impuestos desde la Unión Europea.
El único modelo que lleva la doble A es el Bridgestone Ecopia EP001. En esta prueba supera la asignatura de eficiencia y puede ahorrar entre un 7 y un 9% de combustible respecto a unas gomas tradicionales. Sin embargo, en otros apartados es cuando saltan las alarmas. La distancia de frenada en mojado es larga y en la prueba de aquaplaning flota demasiado pronto.
La conclusión que se puede sacar es que este neumático ahorra, sobre todo, en el apartado de seguridad.
Por su parte, los modelos de Pirelli, Dunlop y Goodyear ajustan mejor su compromiso entre cualidades: en frenada aportan toda la seguridad necesaria y son capaces de ahorrar un 5% de combustible.